Jamás tuve una respuesta definitiva del NO. Nunca había sido consciente de su peso, de su dimensión y de cómo un NO te puede dejar fuera de lugar. Pero, tampoco jamás mis emociones fueron tan desconocidas en este reflejo de espejos invertidos, en este encararse al desconocido. Mi incapacidad de comunicar y mi mente enferma de silencios fueron, en blanco i negro, mis pobres reflejos.
Un destello, filo de plata, rasgó mi piel y entonces sentí un inmenso placer… y brotaron insignificantes gotas de sangre, insignificantes rojos, los mismos que antaño, de niña, me afirmaban en la amistad.
Jamás he tenido una respuesta definitiva, ahora debo ser consciente de su peso, de su dimensión, de éste estar fuera. En ella he de encontrar el sentido y, tal vez, entonces sea posible olvidar para afirmar y saberme en otro instante.
Chaude, 24/03/03, A nadie conocí
2/3
Pienso que en mi ridiculez me afirmo. Pienso que mi movimiento no es ascendente; tiende a seguir las líneas quebradas. Quizá sea como un encefalograma que sólo marca emociones y unas sensibilidades imposible de vivir fuera de mi pensamiento. Creo que me modifico en este roce de apariencias insalvables, que oscurecen mi mirada y me convierten en una apariencia más del desorden, en este espacio libre de mi mente. O quizá, esta línea no es ni quebrada ni ondulante y, tampoco, espiral; quizá no la hay, y mi movimiento sea un simple bucle de mi misma.
En mi ridiculez encuentro la distancia real de mi afirmación y en ella la posición frente al mundo. Cuando pierdes la consciencia no hay ridiculez alguna, me digo en un intento desesperado de saberme presente. ¡Cuántas cosas sabía y ahora las abandono por un instante de sentido! ¡Cuántas cosas ignoro para no dejar que mi consciencia deje de ser sensible! Y es en este decir, sí y no, cuando una se equivoca y pierde su trazo.
Chaude, 24/03/03,
A nadie conocí 3/3 |