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Sin matices en el cielo y la casita llena de luz en la ladera de la colina. No la veo, no; estoy dentro pero mirando hacia fuera, su espejismo. Qué desgarro! Aún descalza y temblando, mi mente de aire se desvanece. Cierro las luces para sentir el amanecer o es la noche qué se deja ver.
Mis imágenes son palabras que se pierden en el no decir, cuando, entre sombras, el día se imagina noche, en la pared blanca. Todavía entre sabanas, donde me agarré a mi gemido, estás tumbado y adormecido, extranjero!; con tu pluma escribo palabras, pensamientos que se van… y escribo trazos de mi noche en este espacio de llenos… y de blanco papel, donde –después, ahora, leo mis vacíos.
No llegaré jamás a detener mi confusión, no; son deseos que se pierden en el transitivo del instante o quizá, en aquellos “gerundios” de la poesía leída.
Chaude, diciembre 2002 2/5 |
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Ay!... Qué placer cuando nuestros sentidos se balancean, se emborrachan y se mezclan! Degustando olores, escuchando tactos, mirando el sabor del cuerpo en esta corta noche... y ahora, exhaustos, nuestras mentes yacen sobre el césped reseco del verano. A esta hora, el parque nos pertenece, la verja está aún cerrada. Mira! a lo lejos las luces de las casas despiertan y la luna se deja ver. Pronto la ciudad temblará y su pulso en nuestros pies, pero a esta hora... por qué no? el parque nos pertenece, por ser mendigos, por ser amantes. Sabes? Hoy es viernes y en el Norte todo irá más aprisa y nadie se detendrá.
A mediodía hará mucho calor, iremos al Sur, al sur de la ciudad, y descansaremos en el hall de los cines Lauren’s, allí el aire lo hacen frío, de allí no, no nos echaran, y quizá alguien detenga su andar.
Duermes mi amor? Sí, todavía duermes
Chaude, diciembre 2002 4/5
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Posiblemente no hay nada más después... quizá el amor consiste en esto... en grafiar nuestras mentes de signos gestuales y de miradas que contienen el aroma de los instantes.
Hoy, con la persiana a medio cerrar, el espacio son mil rayas cubriéndonos y encerrándonos en esta alcoba prestada, y su luz de siesta se arquea y rasga mis ojos...
Escucha! Escucha mi sangre como borbotea aún, está caliente y quema, quema las palabras, quema mi sexo. No me oyes!
No, estoy sin voz, pero sigue mi tacto, mis dedos se desliza por estas mil rayas que, ondulantes, se mueven en tu cuerpo, caricia que se funde en tu piel fría de sudores.
No, no me agites con tu silencio, mi mente se quedaría sin reflejos.
Huiremos de aquí cuándo las luces no me dejen ver? Huiremos.
Chaude, diciembre 2002 5/5
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Oigo como tu sueño se detiene y casi dejo de respirar. La luz de la habitación es borrosa, polvo a contraluz, pero de pronto recupero tu aliento. Mi mente agitada mira tu rostro, marcado por palabras disueltas y sin sentido, mis palabras. Pienso en el deseo de borrarlas... mis labios rozando cada una de las letras para luego lamer su color. Párpados trasparentes de sueños, los tuyos, y mi tráquea quema, arde de estos susurros sin decir...!
Y escupo besos con otras palabras y humedezco cada una de estas tibias letras; sé de tu despertar, sé de tu deseo, intensidad de intensidades.
Me miras sin verme, pero en tu mirada leo el tacto del amanecer y, en el espejo de la habitación, mi rostro y el tuyo lleno de tiempos... Muchacho, ahora ya no distingo el presente, la contraluz me ciega.
Chaude, diciembre 2002 3/5 |
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